jueves, 16 de junio de 2011

Indigenismo


El indigenismo es una corriente cultural, política y antropológica concentrada en el estudio y valoración de las culturas indígenas, y cuestionamiento de los mecanismos de discriminación y etnocentrismo en perjuicio de los pueblos indígenas.
El indigenismo enfrenta, en primer lugar, la discriminación. Se puede hablar de una historia dentro del indigenismo a partir del sermón de diciembre de 1511 de Antonio de Montesinos. En 1940, tras el I Congreso Indigenista Interamericano, el indigenismo se convirtió en la política oficial de los estados de América. El Congreso Nacional de Indios Americanos (CNIA) fue fundado en 1943, entre otros, por el iroqués Arthur C. Parker.
El término ganó importancia en las últimas décadas del siglo XX para referirse a algunas organizaciones sociales y políticas influyentes en América Latina.
Crítica al indigenismo
Guillermo Bonfil (1970) y las Declaraciones de Barbados de 1975 (firmada por antropólogos) y la de 1977 (firmada por líderes indígenas), han propuesto alternativas al indigenismo. Bonfil cuestionó los estudios antropológicos cuyo único campo de estudio es la comunidad indígena o la etnia, o en el mejor de los casos una región, sin articular el análisis estructural de la sociedad global. Esta crítica se debe a que la explotación directa de los indígenas fue esencial para la economía colonial y las metrópolis y luego pasó a ser ejercida mediante "vicarios" del sistema capitalista internacional. En la mayoría de los casos no se produjo ni aislamiento ni desarrollo autónomo sino "sujeción vicarial", que conduce a la expansión de la sociedad dominante que acosa a las comunidades indígenas, devora su territorio y lleva a la quiebra y desaparición de más pueblos indígenas.
En vez de un indigenismo que pretende "salvar al indio de sí mismo", Bonfil (1982) propuso el proceso de "etnodesarrollo" como alternativa a la integración y al desarrollismo. Las organizaciones indígenas han ido asumiendo decididamente reivindicaciones de autonomía y autodeterminación y la diversidad cultural ha empezado a ser reconocida como riqueza por los estados y sociedades, de manera que el indigenismo etnocentrista ha cedido campo al pluricentrismo y el reconocimiento de la diversidad, aunque es una lucha viva del siglo XXI.
Grupos indígenas de México
Los tarahumaras son un pueblo nativo de México, asentado en territorio del estado de Chihuahua; su endónimo es "rarámuri".
Tarahumara también es como se conoce en castellano a la lengua de este pueblo. La denominación "tarahumara" es la castellanización de la citada palabra rarámuri, que debe pronunciarse con una r suave al principio, inexistente en castellano. Cuando el jesuita español Juan Fonte redactó su informe anual en 1605 tras fundar Balleza para los tepehuanes, optó por escribir 'tarahumares' (al describir sus ataques contra los tepehuanes) en vez de 'rarahumares' (una versión rarámuri local), ya que en este último caso se deformaría la pronunciación original, sin r fuerte. Según el historiador Luis Alberto González Rodríguez, rarámuri etimológicamente significa "planta corredora" y en un sentido más amplio quiere decir 'los de los pies ligeros', haciendo alusión a la más antigua tradición de ellos: correr.
Olmecas
La cultura olmeca es el nombre que recibe una cultura que se desarrolló en Mesoamérica durante el Preclásico Medio. Aunque se han encontrado indicios de su presencia en amplias zonas de esta área cultural, se considera que el área nuclear olmeca —o zona metropolitana— abarca la parte sureste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco. Se desconoce a ciencia cierta la filiación étnica —esto es, quiénes son los ascendientes de este pueblo—, aunque hay numerosas hipótesis que han intentado resolver la incógnita de la identidad de los olmecas. En ese sentido, es necesario hacer la aclaración de que el etnónimo olmeca les fue impuesto por los arqueólogos del siglo XX, y no deben ser confundidos con los olmeca-xicalancas, que fueron un grupo que floreció en el Epiclásico en sitios del centro de México como Cacaxtla.
Durante mucho tiempo se consideró que la olmeca era la cultura madre de la civilización mesoamericana.[1] Sin embargo, no está claro el proceso que dio origen al estilo artístico identificado con esta sociedad, ni hasta qué punto los rasgos culturales que se revelan en la evidencia arqueológica son creación de los olmecas del área nuclear. Se sabe, por ejemplo, que algunos de los rasgos propiamente olmecas pudieron haber aparecido primero en Chiapas o en los Valles Centrales de Oaxaca. Entre otras incógnitas que están pendientes de respuesta definitiva está la cuestión de los numerosos sitios asociados a esta cultura en la Depresión del Balsas (centro de Guerrero). Sea cual haya sido el origen de la cultura olmeca, la red de intercambios comerciales entre distintas zonas de Mesoamérica contribuyó a la difusión de muchos elementos culturales que son identificados con la cultura olmeca, incluidos el culto a las montañas y las cuevas, el culto a la Serpiente Emplumada como deidad asociada a la agricultura, la simbología religiosa del jade e incluso el propio estilo artístico, que fue reelaborado intensamente en los siglos posteriores a la declinación de los principales centros de esta sociedad

En el mosaico pluricultural y plurilinguistico de Oaxaca está presente el grupo indígena más numeroso de México. Los nahuas son probablemente los herederos más antiguos de la Toltecayotl, la sabiduría indígena que impulsó el desarrollo humano durante aproximadamente siete mil quinientos años, desde la invención de la agricultura en el sexto milenio antes de Cristo hasta la llegada de los europeos en 1519 d.C. Este pueblo extendió sus horizontes en lo que hoy se conoce como Mesoamérica.
Al Norte en lo que hoy es el estado de Zacatecas y en el Sur hasta lo que hoy conforma la República del Salvador, aunque se han encontrado algunos vestigios de la cultura nahua en Panamá.


La lengua náhuatl fue "la lengua franca" en el México Antiguo. Actualmente sobreviven más de 60 pueblos indígenas, pero en la periodo de esplendor, entre el 200 a.C. y el 850 d.C. debieron existir un sin número de lenguas hoy perdidas, por lo que fue necesario usar una lengua "universal" para que todos los pueblos se entendieran. Esta es una de las razones por las cuales, muchos de los pueblos antiguos llevan nombres en náhuatl, a pesar de no ser de esta cultura.


El propio ejemplo de Oaxaca, que en náhuatl significa "en la nariz de los huajes" y que en zapoteco es Lulua, con el mismo significado. Es común encontrar en pueblos totonacos, purépechas o Tepacanecas, que los nombres de sus pueblos se mantienen en lengua náhuatl.
En Oaxaca los nahuas los encontramos en pequeñas comunidades que colindan con el estado de Puebla.


El idioma que hablan es el nahua, perteneciente al grupo Nahua-Cuitlateco, tronco Yutonahua, familia Nahua. Se supone que el náhuatl del siglo XVI era mucho más rico que el Castellano de aquellos tiempos y aunque ahora se ha perdido el náhuatl llamado "clásico", en algunas comunidades de los estados de Guerrero, Tlaxcala, Puebla, Estado de México, Morelos y aun en las delegaciones en el D.F. de Xochimilco y Milpa Alta, encontramos hablantes de un náhuatl que están muy preocupados por recuperar su lengua y con ello su cultura.


En Oaxaca la presencia de la cultura nahuátl es muy pequeña, algunos estudiosos no contemplan a este grupo, pues lo ubican en el estado de Puebla. Lo cierto es que sí existen comunidades hablantes de esta lengua en el territorio oaxaqueño, aunque poco numerosas y pequeñas, las comunidades nahuas enriquecen la pluralidad cultural de Oaxaca.










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